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Con más de 20 especies de mamíferos terrestres, el Pantano de Elche y su entorno es uno de los lugares con mayor diversidad de mamíferos de la provincia. Aquí podemos encontrar especies como el peculiar erizo europeo Erinaceus europaeus o pequeños roedores como el ratón de campo Apodemus sylvaticus, la ardilla roja Sciurus vulgaris o el lirón careto Eliomys quercinus, pasando por lagomorfos como el conejo europeo Oryctolagus cuniculus o la liebre ibérica Lepus granatensis hasta grandes ungulados como el jabalí Sus scrofa o la cabra montés Capra. Pero no podemos olvidarnos de uno de los grupos más interesantes, el de los mamíferos carnívoros.




El zorro

Sin duda el carnívoro más abundante en el entorno del Pantano de Elche es el zorro rojo Vulpes vulpes. De hábitos principalmente crepusculares, su éxito se debe a su gran capacidad de adaptación tanto en el tipo de hábitat como en la alimentación. El mejor momento del año para tratar de observar a estos esquivos animales en el Pantano, es durante el invierno, época en la que comienza el celo y donde podemos llegar a escuchar su característico “aullido”, sonido más parecido a un alarido de terror y que sin duda ha sido el causante de algunos mitos y leyendas.
La garduña
También podemos encontrar a la garduña Martes foina, un mustélido de mediano tamaño, cuerpo alargado y pelaje pardo castaño. Es una sigilosa depredadora, que aprovecha la noche para acechar sobre sus principales presas, los micro-mamíferos y las aves, aunque también se alimenta de reptiles, insectos y frutos estacionales.


La gineta
De hábitos y alimentación muy similar a la garduña encontramos a “La Dama de la Noche”, la gineta Genetta genetta es uno de los carnívoros más bonitos de la fauna ibérica. Se trata de un animal forestal donde se desenvuelve de una manera increíblemente ágil, trepando por los árboles y saltando de rama en rama. Sin embargo, es capaz de adaptarse a otro tipo de hábitats como en el caso del Pantano de Elche, donde se localiza asociada a carrizales, roquedos e incluso zonas agrícolas. Esta especie, probablemente fue introducida en la península ibérica por los fenicios que las empleaban para mantener a raya a los roedores en barcos y viviendas.

El tejón
Otro de los habitantes del Pantano es el tejón Meles meles, un inconfundible mustélido con cuerpo robusto, patas cortas terminadas en largas uñas diseñadas para excavar con facilidad y una pequeña cabeza provista de un largo hocico y con una característica “máscara” negra en forma de dos bandas longitudinales que cubren sus ojos y le dan aspecto de un amable bandido.
Es un animal social y de hábitos nocturnos que pasa el día descansando en el interior de su madriguera o tejonera, formada por una intrincada red de galerías y cámaras subterráneas. Siendo esta compleja obra de ingeniería una de sus características más distintivas.

El gato montés
Similar a un gato doméstico atigrado, aunque más grande, corpulento y con una cabeza más voluminosa, el gato montés Felis silvestris, es otro de los grandes depredadores que habita o habitó el Pantano de Elche. Durante el día suele estar asociado a zonas de bosque, matorral o roquedo, que utiliza como refugio y lugares de cría, y durante los amaneceres y atardeceres frecuenta zonas de cultivo, barbecho o pastizal que utiliza como cazaderos. La hibridación con los gatos domésticos y los atropellos en la carretera son los mayores riesgos a los que se enfrenta el gato montés en nuestra región, tanto es el caso que posiblemente la totalidad de los detectados en el Pantano y sierras de Elche sean ejemplares con un alto grado de hibridación.


La nutria
Por último, cabe destacar la presencia de la nutria Lutra lutra, el mustélido acuático por excelencia, habitante de cualquier ecosistema con presencia de agua (ríos, lagos, pantanos, etc.) donde se le puede observar nadar y bucear, sola o en grupos familiares (normalmente una o dos hembras con sus crías), con soltura y gracilidad como si de un juego se tratase mientras buscan peces, cangrejos o anfibios de los que alimentarse.
A partir de los años 50 del siglo pasado, la nutria sufrió un dramático proceso de regresión lo que la llevó a desaparecer de gran parte de la Península, incluido el sureste ibérico. Afortunadamente, desde hace unas dos décadas, estos procesos negativos comenzaron a revertirse y las poblaciones de nutria experimentaron una mejora que continúa hasta hoy en día. En el entorno del Pantano, esta recuperación se debió principalmente a la mejora de la calidad ambiental del río Segura, que ha funcionado como principal vía de expansión y eje vertebrador de la recolonización de la especie en nuestra región.

